La
existencia de Espinosa de Henares no se remonta mas allá de la Baja
Edad Media. Tuvo importancia este paraje, donde el Henares recibe las
aguas del río Aliendre que baja desde Cogolludo, unos dos o tres
kilómetros aguas arriba, ya desde una remota antigüedad. Sabido es que
por este valle del Henares pasaba la calzada romana que desde Mérida se
dirigía a Zaragoza, y según los cálculos descritos en los clásicos
itinerarios romanos por la península Ibérica, esta zona del Henares por
Espinosa corresponde a la población de Caesada. Es indudable la
existencia de villas romanas y otras construcciones antiquísimas en el
lugar denominado de Santas Gracias, en la junta de los ríos, pues allí
se han encontrado numerosos y curiosos objetos arqueológicos de dicha
época, estando necesitado el enclave de una investigación a fondo en
este sentido.
Poco mas arriba, y en el lugar que hoy se conoce por
Untiana, también a
orillas del Henares, estuvo situada la aldea de Fonciana, de origen
remotísimo, pero que indudablemente existía cuando la reconquista de la
zona, pues Alfonso VI, en 1100, la donó a don Vivencio, abad del
monasterio bernardo de San Pedro de Gumiel, en la diócesis de Osma.
Perteneció el lugar al alfoz y jurisdicción de Hita, pasando en 1335 al
señorío del Obispo de Osma y mas adelantado el siglo XIV al poderoso
magnate alcarreño don Iñigo López de Orozco, a través de cuya hija dona
Teresa López, y siguiendo las vicisitudes de Espinosa, paso a la casa
de los Mendoza. En el siglo XVI todavía estaba habitado este lugar de
Fonciana. En sus proximidades esta el famoso monte Tejer que era lo que
centraba la riqueza de esta zona, y lo que en todo tipo de
transmisiones y herencias aparece como destacado, mientras que se
reserva el calificativo de simple casa o caserío para Espinosa.
Quizás en la Baja Edad Media la población de los enclaves
anteriormente
citados se desplazo a lugar mas ancho y cómodo, quedando constituido
Espinosa como entidad de población. En el siglo XIV era su poseedor don
Iñigo López de Orozco, pasando a su muerte a su hija dona Teresa López.
mujer de Pedro González de Mendoza, a cuyo poder paso en 1382, con
jurisdicción propia. De este magnate lo heredo su hijo el Almirante de
Castilla, don Diego Hurtado de Mendoza, quien lo dejo a la hija de su
primer matrimonio, don Aldonza de Mendoza, duquesa de Arjona. Esta, al
morir en 1435, lo deja insuficientemente señalado en herencia, y su
primo don Diego Manrrique se apodera del lugar y riquezas de la
difunta. Don Iñigo López de Mendoza, primer marques de Santillana,
reclama Espinosa y persigue a Manrique hasta Cogolludo, donde este se
ha refugiado. Finalmente, y tras argüir don Iñigo que fue incorporada
al señorío de Hita cuando su abuelo don Pedro González la adquirió, la
villa de Espinosa de Henares pasa a los estados mendocinos, y en poder
de los duques del Infantado se mantuvo hasta comienzos del siglo XIX.
El puente que cruza sobre el Henares es obra muy antigua,
medieval,
quizás en su origen romana. Aun se contempla la casa-palacio que, sobre
el solar de la antigua casa fuerte de los Mendoza, levantaron en el
siglo XIX los duques del Infantado para sus temporadas de vacaciones.
La iglesia parroquial es obra del siglo XIV, erigida cuando el pueblo
comenzaba a ganar importancia y población; destaca en ella su gran
espadaña a poniente, de corte románico, con remate triangular y grandes
vanos para las campanas, con refuerzos laterales. Tiene otros añadidos
muy modernos, sin interés artístico. Poseyó un órgano magnífico,
realizado en 1792 por Juan Francisco Berdalonga. En un caserón del
pueblo se albergaba la comunidad de monjas de Santa Clara, que fue
fundada en 1899 y que dedicada a la vida espiritual y de oración.
Anteriormente el núcleo de población se situaba a orillas
del río Aliendre, en la carretera de Cogolludo. Se llamó Santas Gracias
y luego al cambiar de emplazamiento recibió el nombre de Espinosa sobre
Henares.
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