De
esta forma, el monóxido de carbono (CO)
es el contaminante que mayor concentración
presenta en el aire, lo que hace que en las redes
de control y vigilancia sea el único que
se mide en miligramos por metro cúbico
(mg/m3) en vez de en microgramos (µg/m3)
como el resto de contaminantes más habituales,
o nanogramos (ng/m3) como es el caso de contaminantes
como los metales pesados.
Aunque es un contaminante generado
de forma natural, también el ser humano
contribuye mediante su actividad a generar grandes
cantidades y a incrementar la concentración
producida por las emisiones naturales, ya que
el CO se produce esencialmente en cualquier tipo
de combustión, y más aún
en aquellas en las que el combustible no dispone
de suficiente oxígeno y su combustión
es incompleta, pasando de emitir CO2 a emitir
CO.
Este tipo de combustiones incompletas
hacen que el CO, junto con otros contaminantes
primarios, sea uno de los contaminantes típicos
de épocas invernales en las grandes ciudades,
ya que durante esta época se incrementa
el tráfico rodado, se hace un uso extendido
de las calefacciones y se producen fenómenos
de inversión térmica que dificultan
la dispersión del contaminante.
Si bien el monóxido de
carbono (CO) no es un contaminante irritante,
ni se detecta por generar efectos inmediatos sobre
las vías respiratorias, resulta uno de
los contaminantes más peligrosos puesto
que, sin ser detectado por el ser humano, reacciona
con la hemoglobina de la sangre y desplaza al
oxígeno, con lo que reduce la capacidad
de esta para captar y transportar el oxígeno
y, por lo tanto, oxigenar debidamente las células
y tejidos del cuerpo.
Esto hace que el CO pueda ser
particularmente peligroso para personas con problemas
de corazón o circulatorios, con los pulmones dañados
o con problemas respiratorios, puesto que de forma
"silenciosa" disminuye la capacidad
de funciones corporales ya de por sí deficientes.
No obstante, esta peligrosidad se produce a concentraciones
superiores a los 55 mg/m3, lo que hace que el
monóxido de carbono sea mucho más
peligroso en entornos cerrados que al aire libre,
donde es extraordinariamente difícil que
alcance dichas concentraciones.
El valor límite contemplado
por la normativa es de 10 mg/m3 como máximo
diario de la media octohoraria móvil, y
su determinación en la red de control se
lleva a cabo en seis de las estaciones de control
de ésta utilizando equipos de control en
continuo basados en la espectrometría de
absorción infrarroja.
En Castilla-La Mancha los niveles
de este contaminante son normalmente muy bajos,
por debajo de los 0,5 mg/m3 de media. Tan sólo
de forma ocasional, y ante situaciones de escasa
dispersión atmosférica que esporádicamente
se pueden producir en zonas de elevada densidad
de tráfico, se producen niveles algo más
elevados para este contaminante, aunque en ningún
caso se acercan siquiera al valor límite
dispuesto en la normativa. |