Los compuestos orgánicos
volátiles (comúnmente conocidos
como COV's, de las siglas en castellano, o VOC's,
en inglés), son compuestos químicos
que contienen carbono, y que se presentan en estado
gaseoso, o son muy volátiles, a temperatura
ambiente. Suelen contener una cadena con un número
de carbonos inferior a 12, acompañado de
otros átomos como el de hidrógeno,
oxígeno, cloro, bromo, flúor, yodo,
nitrógeno, azufre, fósforo o sílice.
Bajo esta denominación
se puede encontrar más de un millar de
compuestos, de los cuales el Metano es el compuesto
orgánico volátil más abundante
en la atmósfera y se forma de manera natural
en reacciones anaerobias de actividades agrícolas,
ganaderas, del tratamiento de residuos, y tratamiento
y distribución de combustibles fósiles.
En la atmósfera la oxidación de
este contaminante produce además monóxido
de carbono (CO), siendo uno de los precursores
del mismo.
El origen de los Compuestos Orgánicos
Volátiles (COV's) es muy variado y puede
ser tanto de tipo natural como antropogénico.
De hecho, el 70% de los COV's presentes en la
atmósfera de forma habitual son de origen
natural y provienen de procesos biológicos,
mientras que el resto de COV's se emiten en procesos
industriales, generalmente químicos y petroquímicos,
así como actividades en las que se utilizan
disolventes orgánicos (pintados, barnizados,
recubrimientos, limpieza en seco, etc), en el
transporte y distribución de combustibles
fósiles y en las combustiones incompletas
de los mismos, principalmente.
Al abarcar un amplio espectro
de sustancias, sus efectos sobre la salud son
variables y dependen esencialmente de la naturaleza
del compuesto y del grado de exposición
al mismo. Algunos no parece que causen ningún
daño, pero otros, en concentraciones especialmente
altas, afectan al sistema respiratorio o podrían
provocar cáncer y afecciones teratogénicas
y mutagénicas (hidrocarburos aromáticos
policíclicos, benceno, etc). La exposición
a largo plazo puede ocasionar también daños
en el hígado, los riñones y el sistema
nervioso central, mientras que altas concentraciones
a corto plazo pueden causar irritación
en las mucosas, dolor de cabeza, náuseas,
mareos y reacciones alérgicas.
Sobre la vegetación, algunos
de ellos provocan una disminución en el
crecimiento y desarrollo de la planta (etileno).Además,
a pesar de tener una relativa baja reactividad,
en presencia de luz y óxidos de nitrógeno
reaccionan para formar oxidantes fotoquímicos,
especialmente ozono, interviniendo en las reacciones
que originan el "smog" fotoquímico.
La Organización Mundial
de la Salud ha realizado extensos estudios sobre
la exposición de algunos de estos compuestos
orgánicos en Europa, estableciendo datos
concretos sobre el grado de exposición
y los efectos registrados sobre la salud. Sin
embargo, actualmente la normativa tan sólo
establece valores límite para el Benceno,
con un promedio anual de 5 µg/m3 y exige
la medición de determinados compuestos
orgánicos volátiles como precursores
del ozono.
En este sentido, la Red de Control
y Vigilancia de la Calidad del Aire de Castilla-La
Mancha realiza un estricto seguimiento de estos
contaminantes tanto en zonas de mayor preponderancia
de los mismos, como podría ser el caso
de Puertollano, que cuenta con analizador automático
de Benceno, Tolueno o Xileno, además de
la determinación mediante tubos activos
y pasivos de estos y otros compuestos orgánicos
volátiles, como en el resto de Castilla-La
Mancha, donde también se lleva a cabo un
control continuado de estos contaminantes mediante
la utilización de tubos pasivos.
En cualquiera de los casos, la
Red de Control y Vigilancia de la Calidad del
Aire en Castilla-La Mancha no ha registrado niveles
superiores a los 3,9 µg/m3 de media anual
de Benceno en ningún caso, por lo que se
cumple el valor límite legalmente establecido.
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