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En estas condiciones los contaminantes
atmosféricos primarios emitidos permanecen
retenidos en la misma zona en la que se producen,
en las capas más bajas de la atmósfera,
reaccionando con el oxígeno de la misma
gracias al efecto de la radiación solar,
y generando contaminantes secundarios como el
ozono y el nitrato peroxiacitílico (PAN),
entre otros, que reaccionan entre sí generando
otros contaminantes secundarios muy perjudiciales
para la salud.
El resultado visual es una atmósfera
de color marrón rojizo y con aspecto de
niebla más o menos densa (de ahí
la palabra "smog", en inglés:
humo o niebla) que se produce durante el día,
fundamentalmente en las horas centrales, y permanece
sobre el núcleo urbano afectado como si
fuese una "boina".
Se detectó por primera
vez en Los Ángeles, en 1943, y con posterioridad,
dado el crecimiento de las grandes urbes a lo
largo de todo el planeta, el problema se ha hecho
patente en otras muchas ciudades.
Los efectos son evidentemente
perjudiciales ya que supone un incremento sustancial
y sostenido durante un periodo prolongado en el
tiempo de los niveles de contaminantes presentes
en la atmósfera, tanto primarios como secundarios,
con la aparición adicional de otros oxidantes
fotoquímicos, lo que hace que, además
de reducir la visibilidad, afecten a la salud
de las personas. |
El
smog fotoquímico en las ciudades causa
irritación de las mucosas y el aparato
respiratorio, afecta al sistema inmunológico,
agrava afecciones asmáticas y broncopulmonares,
en incluso genera incrementos en los índices
de mortalidad. En las plantas incluidas en el
entorno de estos núcleos urbanos ocasiona
lesiones foliares que se hacen más patentes
en función del grado de exposición
a este tipo de atmósferas. |