Navalón hunde sus raíces, sin duda alguna, en el proceso de la repoblación del territorio, una vez conquistada la capital de la provincia por las tropas de Alfonso VIII, el 21 de septiembre de 1177. En efecto, el territorio de la provincia se convierte en zona de frontera, al menos hasta que los cristianos, gracias a la victoria de las Navas de Tolosa en 1212, abrieron definitivamente a sus ejércitos la puerta de Andalucía. Para defenderlo debe ser repoblado, para lo cual, según el historiador Julio González, se utilizaron sobre todo núcleos de población procedentes del norte de Castilla (aunque existentes, los apellidos de raíz vasca o navarra no son demasiado abundantes). También se utilizaron, en menor medida, núcleos procedentes de Francia, sobre todo de la región de la Gascuña, que habían participado en la conquista, formando parte de las tropas de Alfonso VIII; los pueblos de Gascueña y Gascas, desaparecido éste último bajo las aguas del pantano de Alarcón, no demasiado lejanos de Navalón, sobre todo el primero, son buen ejemplo de ello.
Alfonso VIII dividió para su administración el territorio dependiente
de la ciudad en los sexmos de Altarejos, Sierra, Arcas, Torralba, Campo y
Chillarón, y la nueva aldea de Navalón, fue incluida en éste último. Muy
pronto va a aparecer en la documentación, pues según recoge Mateo López,
Alfonso VIII firmó un documento por el cual donaba al primer obispo de Cuenca,
Juan Yáñez, y al edificio de la catedral, el lugar de Navalón y todos sus términos.
Sin embargo, según recoge María Emma Espoille de Roíz, durante la Edad Media
Navalón fue realmente una aldea de realengo.
En el año 1355 las tropas del rey Pedro I establecieron muy cerca de aquí
su campamento provisional durante quince días, acercando el mundo de la
caballería hasta la comarca. Garcí Álvarez de Albornoz, hermano del cardenal
Gil de Albornoz, enfrentado con el monarca, se había refugiado en Cuenca,
ciudad donde había nacido en el seno de una de las familias más importantes de
la ciudad, y ésta le había cerrado las puertas. El rey estableció su
campamento en lo que hoy es el termino municipal de Jábaga, esperando poder
entrar en la ciudad. Pasados los años, y declarada la guerra civil entre Pedro
y su hermano, Enrique de Trastamara, la ciudad se pondría de lado de este
ultimo.
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