Navalón celebra sus fiestas patronales en honor al Santísimo Cristo de la Fe el día 15 de agosto, aunque no siempre fue así. En efecto, hasta que la fuerte emigración que a partir de los años cincuenta y sesenta hubiera asolado a la localidad, provocando la marcha de buena parte de sus hijos fuera de ella, las fiestas se celebraron el 14 de septiembre, festividad de la Exaltación de la Cruz. Fue a finales de los años setenta cuando la celebración fue trasladada a este día, en el que se conmemora la Asunción de la Virgen María, lo cual supuso, además, un fuerte impulso a la devoción que ya existía hacia esta advocación mariana, de origen netamente conquense y serrano, que desde al menos el siglo XVIII era titular de una pequeña ermita, hoy en ruinas, que se encontraba a pocos metros del pueblo, en el camino de Cuenca.
La
advocación al Cristo de la Fe hunde sus raíces en la hermandad de la Vera
Cruz, fundada en Navalón en la tercera década del siglo XVI y existente, al
menos, hasta bien avanzado el siglo XIX. Como en otras muchas ciudades y pueblos
de Castilla y de Andalucía, la hermandad de la Vera Cruz sacaba en la
tarde-noche del Jueves Santo las imágenes de Cristo Crucificado y Nuestra Señora
de la Soledad. Aunque no se tiene ningún dato sobre cómo se produjo la fundación
de la cofradía, y sobre quién o quiénes la promovieron, es muy posible, por
las especiales características de este tipo de instituciones, que ésta tuviera
algo que ver con alguna de las diferentes campañas misioneras promovidas por
los religiosos franciscanos del convento de Cuenca. Era la más importante de
las cuatro hermandades que en el siglo XVIII existían en Navalón, y el número
de hermanos que formaban parte de ella era, aproximadamente, la mitad de la
población de Navalón en aquella época.
Por
lo que se refiere a la advocación de Nuestra Señora de Tejeda, no se conocen
los motivos de esta devoción localista de la Virgen, que tiene su centro en el
término municipal de Garaballa, lugar donde existe un complejo que cada año
recibe gran número de peregrinos, y donde cada siete años se celebra una
brillante y populosa romería que reúne a casi la totalidad de los habitantes
de la comarca que conforma el marquesado de Moya. Cuenta la tradición que el día
15 de agosto de 1205 (ahí radica la idoneidad, aunque casual probablemente, de
la fecha elegida para la nueva celebración), Juan, un humilde pastor, encontró
una imagen de la Virgen, quizá de origen visigodo, sobre un tronco de tejo; de
ahí también la denominación con que desde entonces popularmente se conoce.
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