Ángel Mansilla del Castillo

( 28-Junio-1921//9-Agosto-2006 )

Semblanza profesional

Tras aprobar las oposiciones a Magisterio, Ángel toma posesión el día 8 de octubre de 1945 como Maestro para el curso de capacitación profesional en la Escuela Nacional de niños de Pedro Izquierdo (Cuenca), de la que es nombrado Maestro con el carácter de propietario provisional en 8 de enero de 1946.

Con fecha 8 de marzo de 1947, y tras concurso de traslado, toma posesión como Maestro Nacional, igualmente con carácter de propietario provisional, en la Escuela Unitaria de niños de Puebla de Almenara (Cuenca), ejerciendo su magisterio hasta 31 de agosto de 1949.

El 13 de septiembre de 1949 es nombrado Maestro Nacional propietario de la Escuela Unitaria de Carrascosa de Haro (Cuenca), cesando a 26 de enero de 1950 tras habérsele concedido una Excedencia voluntaria, que se prolonga hasta el día 13 de septiembre de 1958, fecha en que toma posesión como Maestro Propietario de la Escuela de Niños de Tribaldos en la que, además de sus actividades docentes normales, también desarrolló clases nocturnas para adultos de ambos sexos, a fin de su perfeccionamiento en lectura, escritura y cuentas.

Entre los diversos premios que le fueron concedidos, figuran el Premio Provincial de Mutualidades Escolares (en 1961 y 1964), el Primer premio provincial como Director del Seminario de Formación Rural (1963), la propuesta como “Maestro Distinguido” (1965) o el Premio a Profesores de EGB en 1982.

El día 28 de junio de 1986, se produce su jubilación.

Haz clic en las fotografías para ampliar

Como Practicante, Ángel inició su carrera profesional el 24 de marzo de 1950, en el partido de Henarejos y agregado (Cuenca); allí desempeñó su trabajo como Practicante-Matrona hasta el año 1957. Ese mismo año se trasladó a Garaballa (Cuenca) también como Practicante-Matrona. Será el 5 de diciembre de 1959 cuando comience a ejercer esta profesión en Tribaldos; desde el año 1968 será el Títular del Partido Médico de Uclés, Seminario Menor, Rozalén del Monte y Tribaldos hasta su cese por jubilación el 31 de diciembre de 1986.

Destacar durante todos estos años su dedicación plena, noche y día, pese a inclemencias climatólogicas, a sus pacientes, no sólo en el plano profesional sino humanitario. Hecho que fue reconocido por el Excmo. Ayuntamiento de Tribaldos al nombrarle HIJO ADOPTIVO en el mes de enero de 1992; así como la dedicación de la calle Isabel la Católica, que desde esa fecha pasó a llamarse CALLE ÁNGEL MANSILLA DEL CASTILLO.

Muchos de vosotros habéis disfrutado de Ángel como Maestro y Practicante. Yo no lo conocí durante esos años, sin embargo he tenido mucha suerte porque sus consejos y enseñanzas como padre han sido para mí un regalo divino. Por eso sólo puedo decir: GRACIAS CAPITÁN, MI GRAN CAPITÁN.

Juan Pedro Yunta Manzanares

Copia literal del Día de Cuenca de 3 de enero de 1987

 

Practicante de tres villas y Seminario Menor

Merecido y popular homenaje a D. Ángel Mansilla del Castillo

Por D. Ángel Horcajada

Es muy diferente usar las etapas de la vida, en plenitud de servicio, a “quemarlas”. Poder afirmar y testificar que el trabajo es pedestal del hombre, corona, carta de nobleza y pasaporte para desfilar, con orgullo y con la frente sin mancha, por las avenidas del mundo, no cabe duda de que debe ser la mejor resonanciadel hombre que cancela una etapa activa de su existencia.

Esto se lo aplicamos, en justicia, a nuestro amigo D. Ángel Mansilla del Castillo, maestro y practicante de Tribaldos, desde el año 1958. Ahora ha llegado a este día “oficial” de entrar en la reserva -“jubilación”- aunque se encuentra lleno de vida y con las facultades bien despiertas , después de ejercer su magisterio y ampliar su tarea sanitariaa Rozalén del Monte, Uclés y Seminario Menor, durante 19 años, los vecinos de estas localidades han reconocido su constante labor y dedicación plena a tan nobles servicios.

Los alcaldes y corporacionesrespectivas, le han tributado un homenaje popular, el día 30 del pasado mes de diciembre, en el restaurante El Vasco de Villarrubio, secundado el acto 125 personas, con una cena en su honor. A la hora del brindis, el alcalde de Uclés, haciéndose eco del común sentir de las otras villas, le dedica el elogio tan merecido por su arte “en el bien hacer”, durante tantos años de servicio, a tope, en pro de las respectivas comunidades. D. Ángel Mansilla, emocionado, agradece profundamente estos signos de atención a su persona y se ofrece a todos para seguir haciendo el bien y ayudándoles en lo que pueda. El reconocimiento a su trabajo tan constante, rápido y eficiente, queda plasmado en una bandeja de plata, obsequio de los ayuntamientos y vecinos. La recibió en medio de fuertes aplausos, felicitaciones sinceras y muestras de cariño y amistad.

Como son muchos los años “de buen hacer” en la escuela y en la palestra del dolor y la enfermedad, yo quiero decirte, amigo Ángel, porque sé que eres creyente de los pies a la cabeza, que Dios no cuenta tus actos para ver si son muchos, ni los mide para ver si son grandes, sino que los “pesa”, para ver si son densos en contenido. Yo, altavoz de tantos beneficios de tu vocación, certifico que la densidad de tus actos ha sido patente por tu lealtad y amor que has puesto en tu servicio.

 

 

Palabras de Miguel Ángel Albares Albares (Vicario General de la Diócesis de Cuenca)
en la Misa Exequial de D. Ángel Mansilla
Tribaldos, 10 de agosto de 2006 

Querido párroco Carlos, hermanos sacerdotes, querida comunidad. Permitidme que intente poner unas palabras a los sentimientos que nos unen a todos hoy en esta celebración.

Querida familia: Asun, Ángel, Mª Carmen, Juan Ramón, Mª José. Todos los que os acompañamos queríamos estar aquí, debíamos estar aquí. Una enorme deuda de gratitud a D. Ángel nos obligaba. (D. Ángel, como muchos hemos aprendido a llamarlo, pero no con el “Don” de la distancia y frialdad, sino con el “Don” del respeto y la profunda admiración). Pues bien, D. Ángel nuestro maestro, no solo en saberes sino en humanidad, nos ha educado a todos. D. Ángel, con su ánimo y optimismo, nos ha curado a todos y aliviado en la enfermedad. D. Ángel se convirtió en imprescindible en nuestras vidas, en nuestra comunidad. Lo demuestra esta iglesia llena y agradecida.

Os acompañamos, querida familia, abatidos, como vosotros, pero con ¡esperanza! Creemos que Cristo Resucitado resucitará también a este hermano nuestro. Os acompañamos en la oración y pedimos para vosotros el consuelo.

Recuerdo, con mucho cariño, cómo D. Ángel nos hacía leer, eran ejercicios de práctica de lectura, la Biblia. Muy bien podía haber elegido cualquier otro libro, sin embargo, así, además de enseñarnos a leer bien y hacerlo en público, nos enseñaba la Palabra de Dios.

Pido al Señor que, ahora, nuestro hermano Ángel descubra toda la verdad que se encierra en este libro que nos enseñó, la Sagrada Escritura. Que la descubra en plenitud, que descubra la vida que no acaba.

 



FUGAZ  

No sé si este poema es el que tú necesitas,
si sus sonidos dicen más que sus silencios.

Tómalos como abrigo de lana, como plato caliente.
Si no en ti, en alguna parte de ti habrán de sonar,
aunque yo no sepa guiarlos.
¿Quién puede, con palabras, guiar una voz
si el decir y el sonar no son idénticos?

Ahora pienso en ti. Es bondadoso este evocar
venido con el frío como el mejor regalo
¿Pensarás tú en mí? ¿En qué porción
del espacio se unirán los recuerdos?

Debe de existir algo sagrado
si este pensar te trae y me lleva.
Un dios manchado con mi misma carne,
respirando con tu mismo aliento.

Nada es firme, ya sé, los vientos pasan
trayendo vientos de otras tierras.
También este viento con pájaros
que me estrecha contigo como si tuviera miedo.

Miedo a nombrar y romper estos días,
miedo de que te canses y vayas de pronto,
miedo a no saber despedirme
y a carecer de antídoto contra el miedo.

Ya he dicho demasiadas veces adiós
y todas esas veces he muerto un poco.
No me digas adiós, quédate siempre,
y no tendrá dominio la muerte.

En la hora suprema sabremos por fin
lo que el tiempo ha hecho de nosotros.

En memoria de mi padre

JUAN RAMÓN

Y sólo en la luz de palabras repetidas
podremos imaginar nuestras recompensas.
JOHN ASHBERY


Volver