Los Primeros Pobladores
 

Esta, nuestra tierra, siempre ha sido de paso: hoy para el agua, trasvasada artificialmente mediante faraónicas obras de ingeniería, y también para las modernas vías de comunicación ya existentes y las que se avecinan; antaño lo fue para las gentes que desde el interior de la península, tenían como lugar de paso obligado las tierras de la meseta para dirigirse a las tierras costeras, más fértiles y más propicias por su clima para habitar.

Por nuestro término municipal cruzaba una de las más importantes vías de comunicación del Imperio Romano (y seguramente anterior) llamada "Cartago Nova - Complutum", es decir, Cartagena (Murcia) - Alcalá de Henares (Madrid); de ahí los topónimos que aún se conservan al referirse al camino en cuestión, ya sea en nuestro término municipal o en los colindantes: "Camino Murciano", "Vado Murcia", "Camino Romano", "La Calzada", "Camino Viejo". Santiago Palomero en su excelente estudio sobre "Las vías Romanas en la Provincia de Cuenca" describe el trazado de la vía en nuestro término municipal: "Continúa hasta "La Ventilla", en donde ha habido una venta hasta hace muy poco, conservándose un brocal de un pozo de caliza de una sola pieza. En este punto la calzada sirve de separación entre los términos municipales de Villar de la Encina y Villalgordo del Marquesado". En el término de Villalgordo se le ha conocido desde antiguo (y así consta en diversos Mapas del Término Municipal anteriores a la Concentración Parcelaria; como, por ejemplo, el elaborado en 1.903 por la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico) como "Camino Murciano". Hoy día, resultado de la importancia de la vía de comunicación en los tiempos modernos, también se le conoce como "Camino Real".

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Camino Real o Camino Murciano, antiguamente vía Romana Cartago Nova-Complutum

 

A lo largo del citado camino, vía de comunicación entre las regiones del interior y las costeras del mediterráneo, nos encontramos con multitud de pequeños asentamientos humanos que, sin lugar a duda, y en lo que respecta a nuestro término municipal y aledaños, podemos fecharlos con una antigüedad de, al menos, 3.500 años. No podemos hablar en sentido estricto de "nuestros antepasados", pues en ese tiempo los pueblos que se establecieron en los alrededores de lo que hoy es Villalgordo del Marquesado, eran esencialmente nómadas y compuestos de unas pocas familias que una vez aprovechados los recursos naturales de la zona, emigraban voluntariamente o por la fuerza a otros lugares. Sin embargo, debemos admitir que hace ya 3.500 años hubieron gentes que deambularon por nuestro término municipal.

Uno de los primeros asentamientos humanos conocidos se sitúa a poco más de 2 Kilómetros del núcleo urbano de lo que hoy es Villalgordo, relativamente cerca del Camino Real, y su antigüedad podría fecharse en torno al año 1.500 a.C. Se trata del lugar conocido como Cerrillo Redondo, que es una pequeña elevación amesetada que cumplía misiones de vigilancia en su cima redondeada y plana, situándose la pequeña comunidad humana en la ladera de la elevación. El agua para abastecerse y que resulta indispensable para todo asentamiento humano, se encontraba cerca, no siendo casualidad que aún hoy día se conozca al paraje situado en las inmediaciones como Fuente Gimeno. El tipo de cerámica que aparece en el lugar es característica de la llamada "Edad del Bronce", en torno al año 1.700 a.C.; un trozo de hacha pulimentada, popularmente conocida como " piedra del rayo" (por la creencia de que allí donde la tormenta descargaba el rayo aparecían estas piedras negras y pulidas); así como muestras de haber trabajado el sílex o pedernal (muy abundante en nuestro término municipal), por las lascas que aparecen en las inmediaciones; junto con un adorno de bronce, nos llevan a fechar este asentamiento en al menos el año 1.500 a.C. y dentro de lo que en tierras manchegas se conoce como "Cultura de las Motillas"; es decir asentamientos en puntos estratégicos, caracterizadas por ser elevaciones circulares sobre la llanura, en cuyo punto mas alto se sitúa el torreón de vigilancia y rodeadas por un anillo de muralla, en cuyo interior se desarrolla la vida diaria. El medio de subsistencia de éstos, nuestros remotos antepasados, era casi como hoy en día, la agricultura y la ganadería suficientemente desarrolladas como para permitir excedentes para vivir todo el año, y también la caza. ("Iberia: Los Orígenes"; Joan Santacana, Anaya, 1987). Así mismo, y aunque se trate presumiblemente de un hallazgo circunstancial, es preciso hacer constar que en el popularmente conocido como Cerro del Burracal, se encontró un hacha de piedra pulimentada, que responde a las características de las halladas y descritas en los asentamientos de la Edad del Bronce.



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Hachas y Cortadores de piedra pulimentada hallados               "Cerrillo Redondo", en el paraje de la "Fuente Gimeno"
en el término municipal.

Este tipo de elevaciones abundan en toda la zona, y pueden observarse varias a derecha e izquierda de la CN-420, dirección a Belmonte. También en un paraje compartido con el término de Alconchel de la Estrella, en Las Garabitas, se encuentra el llamado Cerro de las Zorras, donde los restos cerámicos indican ocupación humana en la época tratada y posterior al observarse en sus inmediaciones la existencia de minas de "lapis especularis" o espejillo de época Romana.

Igualmente se ha podido constatar la existencia de cerámica de la época del Bronce (aunque en muy poca cantidad), en el lugar conocido como El Juncar, topónimo significativo pues la existencia de la planta conocida como "junco" se desarrolla allí donde la humedad es abundante; de hecho hasta hace poco tiempo hubo en este lugar un abrevadero para el ganado, encontrándose el agua a un nivel freático mínimo. La existencia de agua predispone a los pequeños grupos humanos de la Edad del Bronce a instalarse en las inmediaciones de estos lugares.

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"El Juncar"

Estos antecedentes remotos del poblamiento en nuestra zona, con fases de ocupación y grandes periodos en blanco, sin ocupación, fueron testigos a lo largo de los siglos de la penetración en lo que hoy es la península ibérica de pueblos procedentes del centro de Europa, de Oriente Próximo (Fenicios) y de Grecia, que se establecieron en las costas mediterráneas en el periodo comprendido entre los años 1.000-500 a. C.

Fueron precisamente los Griegos quienes llamaron "Pueblos Iberos" a las diversas tribus que dispersas por la península se asentaban en lugares elevados de fácil defensa natural, como correspondía a una sociedad guerrera en la que debían ser muy frecuentes las luchas entre pueblos vecinos. El pueblo Ibérico que habitaba la zona que hoy abarca la provincia de Cuenca, se llamaba "Olcades" y su presencia es casi segura en la ciudad antecedente de la Segóbriga romana, situada en el paraje conocido como "Villas Viejas" e identificada como las ciudad Celtibérica de "Contrebia Cárbica"; centro geográfico, económico y cultural de una amplia zona que, a decir de algunos historiadores romanos constituía el comienzo de "La Celtiberia".

Pueblos Celtibéricos habitaron sin duda en el Cerro de la Virgen de Alconchel de la Estrella; en el Cerro Castejón y al final de la Sierra de Haro, en el lugar conocido como El Morrón. En el término de Villalgordo no se tiene constancia de ocupación Celtibérica, aunque en las zonas de ocupación romana aparece cerámica (de tradición) ibérica. Faltaría datar el poblamiento existente en las inmediaciones de nuestro Cerro de la Cruz, donde ha aparecido una "Fusayola" (pequeños contrapesos de cerámica para telares manuales que aparecen con frecuencia en las necrópolis de finales de la Edad del Hierro e Ibéricas), un fragmento de cerámica romana de época bajo imperial ("Terra Sigilata" tardía) y un trozo de molino.   

 litico.jpg (43143 bytes)                      pozovillares.jpg (23237 bytes)         Instrumento lítico hallado en el "Cerro Castejón"                       "Cerro Castejón", desde el Pozo de Los Villares


No obstante, el paso por el término municipal de la vía de comunicación romana ya citada (superpuesta posiblemente a una vía preromana), significó un tránsito numeroso de mercancías y tropas, especialmente aprovechada por los ejércitos romanos en su penetración en Hispania, para la lucha contra los ejércitos Cartagineses. Así, cuando el Cartaginés Aníbal ataca en el año 219 a.C. la ciudad de Sagunto, aliada de Roma, y se declara la II Guerra Púnica, el ejército romano va a entrar por primera vez en Hispania (año 218 a. C.). El historiador romano Tito Livio dice, en relación con uno de los episodios de la guerra citada, que Aníbal "conquistó y saqueo Cártala, rica ciudad capital de Los Olcades, y el ejército victorioso y rico por el botín, volvió a sus cuarteles de invierno en Cartagena". Historiadores modernos, y aun contemporáneos, identifican Cártala o Alteia, como la llama el también historiador romano Polibio, con el Cerro de la Virgen en Alconchel. Si fuese así es pura imaginación, pero por qué no pensar que Aníbal cruzó con sus ejércitos por el Camino Real, a su vuelta a Cartagena...

 



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