A partir de la
segunda mitad del Siglo XIX el pueblo comienza a tener servicio de cirujano o facultativo
con cargo a los presupuestos municipales y compartido con Villar de la Encina, lugar de
residencia del Médico desde donde tenía que desplazarse a Villalgordo cuando las
necesidades así lo requerían; aunque es de suponer que en la mayor parte de las
ocasiones quienes se tendrían que desplazar serían los enfermos o sus familiares en
demanda del auxilio médico. En los Presupuestos Municipales se consigna cada año una
cantidad para cumplir con los compromisos derivados del concierto médico con Villar de la
Encina, pero llega un momento en que la insuficiencia de recursos económicos para tal fin
hace que Villalgordo se quede sin asistencia médica.
Así se deduce del acuerdo municipal adoptado el 30 de agosto de 1.866
en el que se expresa "que siendo excesivo el gravamen que pesa sobre el
Presupuesto municipal de esta villa, y no pudiendo asistir en este pueblo el facultativo
titular por más que sea buena su voluntad, mediante a que su residencia fija la tiene en
el pueblo de Villar de la encina, y que habiendo enfermos en dicha villa no es factible
que los abandone para asistir a los de esta población, han acordado que el facultativo de
ambas villas, D. Crisanto del Val, cumplido que sea el compromiso que tienen adquirido,
quedando libres las villas para proporcionarse por sí el facultativo que más les place
..." Y así lo vuelven a reiterar el 3 de octubre del mismo año, cuando dan
contestación a la petición del Alcalde de Villar de la Encina para que asista la
Corporación de Villalgordo a renovar la obligación o contrato con el facultativo
titular, en el sentido de "que hallándose asistidos los pobres de solemnidad de
este pueblo en la actualidad, no había necesidad de gravar mas de lo que está el
Presupuesto, y por consiguiente que habiendo cumplido el contrato de asociación con
Villar de la Encina, quedaba caducado el contrato de ambos pueblos..." Lo que no
se comprende es cómo y por quién estaban asistidos los "pobres de solemnidad",
y menos el resto de la población.
Ni tan siquiera hay dinero bastante para que el médico asista al
obligatorio reconocimiento de los mozos que ingresan en filas, debiendo destinarse parte
de la partida presupuestaria de "imprevistos" para dicha finalidad, según se
expresa en Sesión municipal de 3 de mayo de 1.868 donde se da cuenta que en el
presupuesto aprobado hay consignados 16 Escudos y que en la declaración de soldados del
año actual, exigió el facultativo D. Justo González 20 Escudos por su viaje y por
asistir a los reconocimientos de los mozos, "no habiendo habido por consiguiente
bastante cantidad consignada para ello, y teniendo que hacer además los gastos sucesivos
para la conducción de los Quintos a la Capital de la Provincia..." En el año
1.888 se tiene que llamar al médico de Cervera, al que se le pagan 25 Pta. por el
reconocimiento de los mozos.
La atención sanitaria de la población no parece que sea prioritaria
en cuanto a dotación presupuestaria, a pesar del agravamiento que en las condiciones
sanitarias se producen es este final de Siglo con una epidemia de "Cólera
Morbo", aunque de los documentos examinados no se deduce que afectase
gravemente a Villalgordo (en el libro de defunciones correspondiente a 1.885 existen 15
fallecimientos dentro de los parámetros normales- y ninguno de ellos por Cólera).
No obstante y a pesar de los problemas presupuestarios, el Ayuntamiento sí muestra una
especial sensibilidad en estos casos de epidemia, como se observa en los acuerdos
municipales. Así, en Sesión de 12 de julio de 1.885 se constituye la Junta de
Sanidad, expresándose la conveniencia "como medida de prevención, si quiera
fuera para los primeros casos de cólera morbo, si por nuestra desgracia se presentaba en
este pueblo, adquirir los desinfectantes más recomendados por los facultativos...",
acordándose que se empleasen 25 Pesetas para adquirirlos, sin perjuicio "de que
la Junta de Sanidad adopte las medidas que crea oportunas para preservar a este pueblo de
la epidemia colérica, que por desgracia aflige a muchos pueblos de esta y otras
provincias..."
En otra Sesión de 23 de agosto de 1.885 el Ayuntamiento acuerda la
adopción de una serie de medidas en orden a la prevención del cólera: " El Sr.
Presidente manifestó a la Corporación que para cortar las infecciones de las aguas
potables de esta villa, pues en algunos pueblos culpan a las infecciones de sus fuentes y
pozos los estragos de la epidemia del cólera, le parecía conveniente poner un guarda en
el pozo llamado de la Dehesa, provisto de un cántaro nuevo y una jarra para llenar las
botijas de las personas que fueran a por el agua a dicho pozo, sin consentir que se
entraran otras (vasijas)." En su virtud "se acuerda que desde
luego, se nombre el guarda y además se ponga una puerta con buena cerradura a dicho pozo,
pues que además de ser una medida preventiva en contra del cólera lo es también para
evitar que caigan langostas de que por desgracia está invadido este término...acordando
además, se limpien los otros pozos y sitios donde se comprenda que hay desarrollo de
miasmas pútridas perjudiciales a la salud pública tan amenazada en esta época..."
También la Viruela hace acto de presencia en el último cuarto
del Siglo XIX según se deduce de un proceso judicial seguido en Villalgordo en el año
1.876 por "desobediencia a la autoridad" contra un vecino de Villar de la
Encina; la desobediencia en cuestión trae causa en el incumplimiento de un Bando dictado
por la Alcaldía en el que constataba la existencia de una epidemia de viruela en Villar
de la Encina, prohibiendo en consecuencia la entrada de los que venían de este pueblo a
Villalgordo y estableciéndose un período de "cuarentena en los Chozos de la
Muela". Así mismo, en la Sesión celebrada por el Ayuntamiento el 8 de marzo de
1.891, se plantea "la necesidad de adquirir cristales o tubos de vacunaciones para
preservar al vecindario de la enfermedad de la viruela que ya se ha presentado en varios
pueblos colindantes y entre ellos y con mayor intensidad en el de Montalbanejo..."
El Ayuntamiento acuerda adquirir la vacuna del Instituto de Madrid por considerarla más
oficial que la cualquier otra parte, encargando al Sr. Alcalde las gestiones de este
servicio, bajo la decisión del facultativo D. José Pinuaga.