Materia prima para la obtención de gemas, algunos cuarzos transparentes, bellamente coloreados o con sugerentes inclusiones se pulimentan desde tiempos inmemoriales. Cristal de roca, amatista, ágata y jaspe son algunas de las espectaculares gemas de la exposición, situadas junto al material en bruto del que proceden.
El hombre primitivo, hábil tallador de herramientas, fue el primero en aprovechar las propiedades físicas del cuarzo, abriendo así el camino al moderno ingeniero que utiliza este mineral para fabricar su más avanzada tecnología. Resultan asombrosas las herramientas primitivas de cuarzo (sílex o cuarcita), fabricadas por nuestros predecesores con un claro conocimiento de la rotura del material (fractura concoidea). Actualmente, las propiedades físicas que se aprovechan son mucho más sofisticadas como por ejemplo la piezoelectricidad, indispensable para fabricar instrumentos científicos y relojes de cuarzo. Con los objetos expuestos se aprecia nítidamente el severo contraste entre las antiguas herramientas manufacturadas y las complejas aplicaciones contemporáneas.
Otros usos del cuarzo no son tan materiales y de hecho se sitúan dentro del plano puramente espiritual. La ausencia de información científica en el pasado condujo a la atribución de propiedades mágicas y curativas al cuarzo. Estas creencias, claramente falsas y sin base científica alguna, han tenido un notable resurgimiento en las últimas décadas, sobre todo dentro de los conocidos ámbitos "esotéricos".
El nuestro es un país rico en cuarzo. Por este motivo, la cuidada selección de ejemplares es fiel testigo de los principales yacimientos españoles, enclavados tanto en rocas ígneas, como metamórficas o sedimentarias. No faltan en la exposición cristales tan emblemáticos como el Jacinto de Compostela del sureste peninsular o una muestra de los conocidos "diamantes de San Isidro", recuperada durante el siglo pasado dentro del actual casco urbano de Madrid.