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En la sala de exposiciones temporales
del Museo de las Ciencias de Castilla La Mancha desde el
4 de Junio hasta el 12 de Septiembre de 2008 y en los horarios
del Museo se ofrece en la actualidad
la Exposiciones temporal "Las Raíces
de la Tierra".
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Poco
de lo que forma parte de este mundo resulta más
dinámico que un suelo, siempre
en formación, siempre actuando en relación
al clima, a su propia vida y dependiendo de las rocas
que lo soportan y alimentan con nuevas fracciones
minerales. Afirmar que del suelo mana la vida más
crucial para nosotros mismos es sencillamente reconocer
una obviedad, por desgracia demasiado olvidada.
El suelo es mucho más que
lo pisado, urbanizado o asfaltado. Allí se
despliega uno de los más apasionantes y cruciales
encuentros entre los elementos básicos para
la vida. Es el único lugar donde el agua, el
aire, la fracción mineral y la biológica
del planeta entran en contacto para conformar un sistema
vivo.
Conocer el suelo, valorarlo y respetarlo
es el primer paso para enfrentar una de las peores
enfermedades de nuestro ambiente.
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¿Qué
Pisamos? |
La
palabra suelo evoca no sólo
la patria de nuestras pisadas, sino también
una avalancha de realidades, ocultas pero imprescindibles.
Por tanto, al comenzar este recorrido por la descripción,
formación, funciones, enfermedades y terapias
relacionadas con el suelo, resulta oportuno aceptar
la extraordinaria complejidad de lo que se despliega
hacia lo hondo por debajo de la suela de nuestros
zapatos.
El ámbito
de las raíces es ante todo un sistema de relaciones,
de encuentros, de arquitecturas biológicas
y minerales, de proyectos de continuidad, incluso
de logros espectaculares para la historia de la vida.
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Punto
de encuentro |
La
tierra que pisamos es, también, el único
ámbito del planeta donde interactúan
de forma permanente los cuatro grandes componentes
o elementos básicos para la vida en el planeta.
En concreto la atmósfera; la hidrosfera, es
decir el agua; la litosfera, por tanto las rocas o
minerales de la corteza terrestre. También,
y de forma destacada, la vida: la biosfera. Una vida
asombrosamente múltiple, casi tumultuosa que
será descrita en el capítulo cuarto
de este libro. Sin olvidar que del suelo brota la
práctica totalidad de los vegetales y de estos,
ya que son el principal recurso alimentario de todos
los ecosistemas terrestres, el resto de los seres
vivos no acuáticos del planeta. Que aunque
sean carnívoros o necrófagos siempre
estarán vinculados a la vegetación a
través de esos eficaces intermediarios que
son los vegetarianos. |
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Paisajes
bajo el paisaje |
Los diferentes suelos que conforman
el territorio español suman 113 formas o fases,
es decir, lo que en zoología o botánica
llamaríamos especies. Los edafólogos
reconocen también nada menos que nueve órdenes,
veintiséis subórdenes, más de
cincuenta grupos… cifras que conviene dejar
en el aire, es decir que la clasificación o
sistemática de los suelos queda muy lejos de
estar cerrada. Por si eso fuera poco, existe más
de una clasificación.
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El
Suelo Vive |
La
inmensa mayoría de los seres vivos del suelo
viven en los primeros 50cm de profundidad. Hay que
tener en cuenta que, si bien algunas bacterias no
necesitan respirar, sí prácticamente
todos los demás pobladores del suelo.
Se estima que
las bacterias residentes en los primeros 10 cm de
un suelo con una superficie de un metro cuadrado pueden
llegar a pesar un kilogramo. Si sumamos el peso de
todos los seres vivos de una hectárea de tierra
fértil, con la mencionada profundidad, la cifra
puede alcanzar las 100 toneladas.
La inmensa mayoría
de los seres vivos del suelo viven en los primeros
50 centímetros de profundidad. Hay que tener
en cuenta que, si bien algunas bacterias no precisan
respirar, sí prácticamente todos los
demás pobladores del suelo. Por cierto, casi
todos los seres vivos claramente subterráneos
se agrupan en mayor medida en torno a las raíces,
que en este sentido podrían ser consideradas
como las ciudades del subsuelo. Esto se debe, en parte,
a que las células epidérmicas de las
raíces se desprenden por el desgaste y el crecimiento
de las mismas que se convierten en alimento para muchos
microorganismos, que a su vez pueden facilitar el
trabajo y la alimentación de las raíces.
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Una
lenta digestión |
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En
los suelos se cocina constantemente el alimento de
las plantas. Sólo que la comida está
compuesta por numerosos platos, todos ellos condimentados
con variados ingredientes de primera calidad. Porque
la receta incluye los elementos básicos del
agua y de la atmósfera, junto con decenas de
compuestos químicos a cuya formación
ha contribuido el conjunto de los seres vivos del
suelo. Es decir, todos los animales, plantas, hongos,
protozoos, algas y bacterias. |
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Crecer
con lo que crece |
También
la formación del suelo tiene sus propias raíces.
Todo tiene su base. Porque, como mantienen desde hace
25 siglos los taoístas, lo de abajo permite
lo de arriba. Por lejos y arrogantemente que se haya
erguido. De la misma forma que resulta muy difícil
encontrar algo que levante tantas cosas como las hojas
cayendo, nada derrumba tanto como socavar los cimientos.
Y los cimientos de la vida terrestre son los suelos.
Como estamos arruinándolos a toda velocidad,
aspecto sobre el que volveremos, hemos querido unir
ambos procesos, por mucho que la formación
global de un suelo anteceda cronológicamente
a su colonización masiva por los seres vivos
superiores.
Los austeros líquenes –esos seres formados
por una simbiosis de alga y hongo– pueden acelerar
el proceso pues son capaces de segregar sustancias
químicas que disuelven la superficie de las
rocas. En cuanto se forma una mínima película
de partículas minerales, algunas plantas pioneras,
y por tanto sobrias hasta el ascetismo, son capaces
de aprovechar la oportunidad. Algo que abre el futuro
de los suelos, que podrán seguir creciendo
por la acción mecánica del clima pero
no menos por la combinada participación de
las mismas plantas colonizadoras. A partir de ese
momento todo es una cuestión de escala y por
supuesto de mucho tiempo. A menudo miles de años
como se ejemplifica a continuación. Muchos
de nuestros suelos no cultivados crecen aproximadamente
un milímetro al año. Porque no menos
creativo que el clima, o que el mismo soporte mineral
o biológico de los suelos, es precisamente
el tiempo. El paso de los años es una fuerza
que construye con ahínco. Conviene no olvidar
que también es capaz de desmantelar. La vida,
y sobre todo los suelos naturales, se enfrentan con
notable éxito a esta segunda potencialidad
del factor tiempo. |
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Fragilidad
rota |
Pocas anticipaciones han sido tan claramente refrendadas
por la ctualidad como este poema de Antonio Machado.
El empobrecimiento de nuestros suelos; los 50.000
incendios forestales que como media se producen
en España todos los años; el abuso
de abonos químicos y de biocidas; las malas
ubicaciones de ciertas obras públicas; junto
con el abandono de muchas actividades tradicionales
de tipo forestal, ganadero y agrario conducen a
que una de nuestras más graves enfermedades
ambientales sea la erosión y hasta la pérdida
generalizada de suelos.
“El hombre de estos
campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robles de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.”
Antonio Machado
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La
desertificación |
Voracidad
acelerada
La presión demográfica, los cultivos
exigentes, la salinidad y sobre todo el cambio climático
consiguen que casi todas las zonas áridas del
planeta se expandan. En la actualidad amplias regiones
colindantes con los desiertos del planeta pasan de
la categoría de estepa a la de desierto. Aunque
siempre sujetas a revisión crítica,
se estima como cifra realista el que unas 200.000
hectáreas, poco menos que la mitad de España,
es lo que devora anualmente la glotonería de
los desiertos.
Se estima que en el último medio siglo se ha
desertificado una superficie equivalente a 16 españas.
El grave deterioro afecta a 900 millones de personas
de 100 países.
España está abriendo puertas
al desierto
Más de un millón de hectáreas
de suelo español padecen erosión extrema.
Condiciones climáticas muy favorables a la
desertificación se dan en amplios territorios
del sudeste y de la cuenca del Ebro.
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Las
raíces: activos pluriempleados |
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Lo
primero que destaca del aparato radicular de todas
las plantas es que teje una maraña de sorprendente
longitud. Baste recordar que una sola espiga de centeno
puede tener hasta 700 metros de raíces que
acaban teniendo la forma de profusa melena. Por lo
general las de los árboles superan, en un tercio
o más, el radio que sobre el suelo ocupa la
copa.
No pocas especies almacenan nutrientes en las raíces,
que en realidad se convierten en el fruto de la especie.
Es el caso de todos los tubérculos, como la
patata, o de una raíz pivotante como la zanahoria,
o bulbosa como los ajos y cebollas. En algunos casos,
poco frecuentes en la flora española, se dan
raíces aéreas o adventicias, que como
las de las hiedras y otras plantas trepadoras tienen
casi sólo la misión de fijar los tallos
de la planta a superficies más o menos verticales.
Casi todas las plantas de gran tamaño, es decir
no herbáceas o blandas, tienen una larga raíz
pivotante que sigue la dirección contraria
a la del tronco. De ella sale una enorme cantidad
de raíces secundarias y raicillas. Pueden alcanzar
sorprendentes profundidades en los suelos sueltos
y profundos. En todos los casos funcionan como los
cimientos que soportan, estabilizan y contrapesan
la parte aérea de las plantas y de paso forman,
sujetan y protegen los suelos.
Comen, beben, crecen incesantemente, anclan, sujetan,
protegen, retienen, anexan, comunican, se alían,
almacenan, curan, cobijan, rompen, exploran…
pero también son comidas, por las mismas plantas
a las que pertenecieron y por otros muchos seres vivos.
Las raíces de las plantas desempeñan
al menos las funciones que acabamos de describir.
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La
Tierra encoge |
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Todas
las actividades humanas, con la excepción de
la pesca en los mares y océanos, se incrustan
en los suelos. Sobre todo sobre los más afables,
los que por desarrollados favorecen la agricultura
y que casi nunca están por encima de los 1.000
metros sobre el nivel del mar. Por eso el uso del
territorio se ha realizado casi siempre sobre tierras
aptas para el cultivo, por tanto las que previamente
acondicionó la vegetación espontánea.
Los cinco principales usos del suelo son el agrario
y ganadero, el urbano e industrial, el dedicado a
las infraestructuras, el forestal y el que, por poco
o nada modificado, puede ser
considerado como Naturaleza virgen. Este último
viene a coincidir casi por completo con las grandes
cordilleras, los desiertos, las regiones muy frías
y en menor medida los últimos grandes bosques
tropicales y ecuatoriales.
El crecimiento de la población, de las actividades
industriales y del transporte, junto con el desmoronamiento
del mundo rural, han hecho cambiar los usos del suelo.
Sirvan de ejemplo las estimaciones sobre las transformaciones
básicas en el sector primario por continentes
tomando como punto de partida el año 1700.
Así, Europa en 2000 tiene un 8 % menos de bosques,
un 27 % menos de suelos dedicados a las praderas y
un 104 % más de cultivos.
En Norteamérica los bosques han disminuido
un 7 %, las praderas, un 14, mientras que los cultivos
han experimentado un incremento del 6.670 %. África,
por su parte, ha visto menguar sus bosques en un 21
%, sus praderas, en un 10 %, a la par que la tierra
cultivada resulta un 404 % mayor que hace tres siglos.
A escala planetaria se puede estimar que se han perdido
casi el 25 % de los bosques, el 10 % de las praderas
naturales y que los cultivos han subido un 1.500 %.
En los países más desarrollados, a la
agricultura y la ganadería suele quedar dedicado
desde algo menos del 20 % hasta el 40 %. Una superficie
muy parecida suelen ocupar las formaciones vegetales,
más o menos espontáneas. El territorio
urbano e industrial requiere del 4 al 6 %, casi lo
mismo que el conjunto de carreteras, canales, puertos
y aeropuertos y vías férreas.
La tendencia a que esto último siga incrementándose
no puede resultar más obvia. Cada día,
sólo en Estados Unidos, son asfaltados unos
30 km2. En España, unas 15 veces menos, es
decir, 2 km2.
Lo realmente preocupante es que sólo un 30
% del planeta podría, en el mejor de los casos,
ser destinado a la obtención de los alimentos
básicos. Pero, por los procesos de desertificación
junto con el acelerado ritmo de cementación
y asfaltado, el suelo del planeta capaz de crear vida
encoge. |
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Nutrir
a lo que nos nutre |
Los
campos no funcionan como fábricas, ni resultan
un mundo estéril. Ya hemos comprobado que son
todo lo contrario: un cosmos tan complejo como frágil,
tan hospitalario como productivo. Imprescindible para
la vida en el planeta y para nuestro bienestar. Protegerlo
es la sensata conducta que buscamos. Se trata de imitar
todo lo posible a la fertilidad natural, a los bosques
y a todos los que han comprendido que cuidar y cultivar
son términos equivalentes e intercambiables.
Para la conservación y mantenimiento de la
productividad de los suelos se puede recurrir a las
técnicas, casi plagios, de la agricultura,
ganadería y silvicultura ecológicas.
En líneas generales se trata de no usar productos
químicos, ni mucho menos venenos o herbicidas,
para combatir a los animales y a la vegetación
competidores de las plantas cultivadas. Así
no se contaminan los suelos ni se mata a la mayor
parte de su fauna y flora asociadas. Se procura fertilizar
con abonos verdes, estiércol, compost y polvos
de roca. Nunca se plantan monocultivos, ni dos años
seguidos las mismas especies sobre el mismo suelo. |
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Cultivar
la Cultura |
La
palabra cultura es posterior al término agricultura,
que evoca el sentido de cuidado del campo, de la tierra,
su acrecentamiento. Por extensión acaba significando
cuidado de todo lo relacionado con lo humano y el
conocimiento. Recordemos los motivos del título
de esta exposición:
Raíz: * La parte de cualquier
cosa, de la cual, quedando oculta, procede lo que
está manifiesto. La hacienda, la heredad: bienes
raíces. Voz primitiva de una lengua de la cual
se derivan otras voces. Procede del sánscrito
“rad” que aporta el sentido de exploración
y penetración.
Tierra: * El planeta que habitamos.
La porción del mismo que se cultiva. Lo propio
y la procedencia. Terra, en latín, incluye
el concepto de Humanidad, de todos los seres humanos.
Nada ha cuidado tanto de nuestra especie, de su progreso
y de sus culturas como la tierra y quienes la convirtieron
en vida y en cultivo. Raíces y agricultores
son equivalentes, sobre todo cuando los segundos no
tropiezan en el error de considerar el suelo como
una industria. Entonces se entiende que cuidar, cultivar
y cultura son tres fases del mismo proceso. |
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Programa
Educativo: |
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- Ficha Didáctica para
Alunos de Primaria de "Las Raices de la Tierra".
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- Ficha Didáctica para
Alunos de Secundaria y Bachillerato de "Las
Raices de la Tierra".
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- Cuaderno didáctico
del alumno
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- Cuaderno didáctico
del profesor
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